Un locutor hace las veces de mediador, de unión entre el contenido y el destinatario del mensaje, un personaje que se inmiscuye en los intereses de sus oyentes a través de un ritmo, una melodía, un estilo...

Locución deriva del verbo latino loquor, que significa conversar, hablar. Esto no implica que toda persona que hable o converse esté realizando locución.

Algunos podrán considerarla una profesión, otros un arte pero si nos adentramos en un análisis profundo llegaremos a afirmar que es un poco arte y a la vez una profesión. 

Desde el punto de vista profesional requiere estudio, preparación, saber qué, cómo, cuándo, a quién y dónde hablar. Desde el punto de vista “artístico” supone talento, personalidad, espontaneidad.

Cuando nos referimos al "qué" aludimos al contenido, al texto, que puede ser narrativo, o sea un relato, una anécdota; descriptivo como por ejemplo la explicación de un evento; argumentativo como el mensaje publicitario que trata de convencer al oyente.

Cuando nos referimos al "cómo" estamos hablando de la voz, del tono, de las técnicas de comunicación, las normas, del lenguaje y por supuesto del canal, en este caso auditivo.

Cuando nos referimos al "cuándo" evidentemente aludimos al tiempo, que es dual: el tiempo en que se realiza la locución y el momento en que el público lo escucha. A veces coinciden y a veces no. 

Cuando nos referimos a "quién" estamos mencionando al receptor, componente fundamental en este circuito comunicativo.

Cuando nos referimos al "dónde" inequívocamente hablamos del espacio en el cual se lleva a cabo la locución que, al igual que el valor “tiempo”, puede coincidir o no con el del oyente. Por ejemplo en un teatro o en una fiesta popular el locutor comparte el espacio con su auditorio en cambio en programas radiales o televisivos no siempre coinciden. 

Si nos trasladamos al enfoque desde el punto de vista “artístico” encontramos un locutor que hace las veces de mediador, de unión entre el contenido y el destinatario del mensaje, un personaje que se inmiscuye en los intereses de sus oyentes a través de un ritmo, una melodía, un estilo.

Para conocer e interpretar la parte profesional y la parte artística de la locución no estaría de más hacer un poco de historia, adentrarnos en los primeros pasos de las telecomunicaciones:

Durante la primera guerra mundial el ejército utilizaba equipos transmisores para la comunicación, equipos no siempre eficientes, no siempre confiables; comunicaciones de las cuales dependían decisiones vitales;  era indispensable que esta tarea recayera en manos de personas responsables, que debían transmitir mensajes importantes en el menor tiempo posible. Para efectivizar el objetivo usaban claves, códigos en lugar de palabras. Este fue el inicio de la radiotelefonía, como la etimología explica es emitir fonos (sonidos) a larga distancia (tele) por medio de pequeños artefactos denominados radiotransmisores. 

En medio de esa época sangrienta, en agosto de 1920 se concretizó la primera transmisión radial en el mundo. 

A partir de modelos y técnicas de la radiotelefonía nació la radiodifusión y la gente se agolpaba a empujones en el bar para acercarse a una radio, los miembros de una familia suspendían sus actividades y corrían hacia el salón o la cocina , se sentaban alrededor de esa “pequeña caja sonora” para escuchar las novedades de los frentes de guerra con la esperanza de recibir un mensaje de victoria o de final de conflicto o al menos que la voz de ese señor enmascarado dentro de ese aparato les diera una mínima noticia de los hijos, de los padres, de los hermanos que habían partido a los frentes de guerra y con los cuales habían perdido contacto.

Ese señor encerrado dentro de la cajita mágica era eso: un personaje masculino. Posteriormente se incorporó la voz femenina al mundo de la locución, mundo que se vio obligado a crecer y perfeccionarse a medida que el público crecía y exigía.

Surgieron por ende escuelas con una serie de disciplinas inherentes a la locución, como las técnicas de respiración, modulación, manejo del volumen, el tono y la intensidad, el buen uso del ritmo, las pausas y la velocidad.  

Nacieron  instituciones para formar locutores idóneos, capaces de conmover, convencer, entretener, orientar o informar, que a lo largo de su carrera logren ensamblar profesión y arte, conocimientos y habilidades para satisfacer las expectativas de un auditorio cada día más heterogéneo y exigente.

Informe de: Iris Quiero.

Para: Radio Complementos.